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La piel dura “Drogas: lo económico… ” 1ª Parte

La piel dura “Drogas: lo económico… ” 1ª Parte

“No se trata de endurecerse, sino de hacerse duros”

F. Truffaut.

Cómo podemos medir el impacto económico y social del consumo de drogas, si en realidad estas tres variables, lo económico, lo social y las drogas nos resultan un tanto inaccesibles, por contener en sí mismas, cierto carácter clandestino. Y sin embargo, hay indicadores que nos pueden ayudar a aproximarnos un tanto a estos aspectos tan fuertemente relacionados. Los datos que analizaremos nos permitirán observar cómo el mundo de las drogas no es un asunto que se pueda mirar desde un solo lado. Ninguna propuesta resulta sencilla a la hora de intentar resolver los problemas que se han generado a lo largo de la historia, en torno a las drogas y sus diversos usos. En los últimos años, en México, el tema del narcotráfico nos ha eclipsado. La ola de violencia y de asesinatos que se han presentado en todo el territorio nacional, tiene a la sociedad mexicana atrapada en la incertidumbre, la zozobra, el desencanto y el temor. Se observa que todo está relacionado con el poder económico, pero también con una forma de comportamiento que nos ha caracterizado, que todos conocemos y de la cual formamos parte: la corrupción, y junto con ella, la impunidad extremas. Pero no sólo de los gobiernos y sus gobernantes, sino de una gran mayoría de ciudadanos. Los mexicanos de ayer y hoy hemos solapado, participado y hasta elogiado a la corrupción, como un mal menor. Hoy, con el gran crecimiento de la desigualdad, de la pobreza, de la falta de oportunidades, por una parte y por otra, la ambición desmedida, el individualismo, la irresponsabilidad, el despilfarro, la insensibilidad y la ausencia de solidaridad, esta sociedad que nosotros hemos creado, nos cobra factura a través del negocio de las drogas, con su corolario, el crimen organizado.

Primero lo económico. Según Freud, las personas tenemos un comportamiento evasivo e hipócrita cuando de dinero se habla. Esto considerando la conducta individual de los sujetos, pero cuando se trata de la economía de un país como México, la situación se torna todavía más oscura. Veamos por qué. Por una parte, escuchamos datos oficiales que nos indican que tenemos buen comportamiento en términos macroeconómicos (que quiere decir: el monto total de bienes y servicios producidos, el total de ingresos, el nivel de empleo, de recursos productivos y el comportamiento general de los precios); pero por otra, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) informa que “La reducción de la pobreza en México se revirtió en los últimos años… constituyendo los niños el 50% de los 52 millones de pobres de este país… y el 30%, las personas de la tercera edad, con edades arriba de 75 años.” (La Jornada, 11 de enero de 2012). Por lo cual se advierte, que la capacidad del país para revertir esta situación será más lenta que en la mayoría de los países de la OCDE.

Estamos bien en la macroeconomía, pero al mismo tiempo mal en la realidad cotidiana o microeconomía, pues hay más pobres que, además, en estas circunstancias, difícilmente saldrán de la pobreza no sólo en el corto plazo, sino incluso a largo plazo. Como dice Denise Dresser, en su libro El país de uno (Aguilar, 2011): En México, “Nacer en la pobreza significa -en la mayor parte de los casos- morir en ella”.

Ante esta información contradictoria, se tiene la sensación de que en temas de economía nunca se dice la verdad, o al menos, no siempre. Si a ello le agregamos asuntos que distorsionan los temas financieros de un país, como son la economía informal o la economía subterránea, las cosas se complican aún más. Por ahora vamos a definirlas.

Según Nicolás H. Hardinghaus, en su artículo Droga y crecimiento económico, publicado en el libo Drogas, Sociedades Adictas y Economías Subterráneas (Ed. El caballito, 1992) la economía informal, se trata del cúmulo de actividades legales o ilegales que no son registradas en la contabilidad oficial, por lo cual no se gravan, no se traducen en pagos de impuestos. Los ejemplos son: el ambulantaje, los servicios domésticos y muchas actividades comerciales y de servicios, que no entran en el registro hacendario. Y este mismo autor define a la economía subterránea de manera diferente y la considera como el conjunto de actividades ilegales de la economía. Por supuesto, tampoco entra en el registro formal y abarca actividades tales como el juego, el contrabando y el tráfico ilegal de drogas legales como el tabaco y el alcohol. Aquí es donde se inserta la narcoeconomía. ¿Cómo impacta esta economía en nuestro país? Lo veremos en la segunda parte de mi colaboración.

¡Hasta la próxima!