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El destino de la pasión

El destino de la pasión

Autor: Eduardo H. Grecco

email: eduardohgrecco@gmail.com

Me desperté pensando en la pasión. No en relación a algo o alguien en especial sino, simplemente, sobre la naturaleza de la pasión. Tal vez, esto sea consecuencia de haber estado tanto tiempo bordando sobre un remedio que nos habla de una persona que no es que carezca de pasión sino que la “deslactosa” reduciéndola a fervor espiritual idealista y desencarnado.

La pasión humana es otra cosa. Es insurrecta y perturbadora, es una fuerza que esquiva y evade toda vigilancia, que pone en tela de juicio la capacidad de las personas por subyugarse al poder de la razón. Soltarse al riesgo de vivirla, sin peros y controles, supone aceptar el hecho, de que, vamos a vulnerar o romper reglas que la cultura ha establecido en torno a su satisfacción.

Hace años escribía sobre la posibilidad de opción de la pasión pero, hoy, me doy cuenta que, frente a la pasión, los grados de libertad de cada quien se reducen y uno pasa a ser marea que la pasión mueve como la luna al mar.

La pasión es semejante al destino que nos convoca y provoca, día con día, para llevarnos al lugar en el que espera darnos un abrazo. Sus vientos despiertan la imaginación y aún más, habitan en ella, y una vez que soplan, uno desea, ardientemente, que nunca cesen.

El destino de la pasión es hacerse cuerpo y, cuando muerde el cuerpo, nos volvemos adictos a ella. La pasión se convierte, entonces, en un débito que nos apura para ser cancelado. El amor nace del alma y el deseo de nuestra personalidad pero, ambas experiencias, graban su mensaje en la textura del cuerpo. Ahí, es donde la pasión encuentra su hogar y donde espera que la visitemos.

Eduardo