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La noche oscura del alma

La noche oscura del alma

Mi intención en el día de hoy, es la de compartir mis reflexiones al respecto del tema que nos ocupa: La depresión. Y más concretamente, quiero centrar mi exposición en un espacio concreto en el camino del desarrollo del Alma, que ha de transitar todo ser humano, antes de adentrarse en los confines del espíritu: La Noche oscura del Alma. Que como todos ustedes saben, fue insinuada por Bach y motivo de la elaboración de una de sus treinta y ocho esencias florales: Sweet Chestnut. Esta vivencia ineludible en todo ser humano, acontece en un momento determinado de la historia del Alma y es el preámbulo para nuevas adquisiciones en la conciencia que permitirán, al Alma, expresar con más rigor los mandatos del Espíritu. Sin embargo a veces algunos de los síntomas que se manifiestan en esta vivencia del Alma, se confunden con lo que en la actualidad se está denominando como “depresión”

La depresión desde el modelo positivista, se presenta como una enfermedad en sí. Se la trata al margen de la persona que la padece, a través del protocolo correspondiente, aunque es verdad, que también existen diferentes enfoques actuales que permiten la comprensión de la depresión más allá del síntoma o del síndrome y mantienen la mirada centrada en el “sujeto” que vive ese cúmulo de sentimientos, que son traducidos de forma genérica como depresión. Pero a pesar de esto, es muy raro encontrar contenidos en las ciencias actuales que acepten la idea de proceso de desarrollo del Alma, ligado a los síntomas que se traducen como enfermedad, ya sea esta física o psíquica.

Pero dado que estamos compartiendo una línea de trabajo basada en los fundamentos filosóficos de la Terapia Floral, quiero partir desde cero centrado en el paradigma de la propia Terapia Floral y pensar al margen de las corrientes existentes, para aportar nuevos datos al modelo emergente que se está creando desde esta ciencia: La Terapia Floral. Sé que esto no está exento de resistencias, dado que mi memoria está impregnada de elementos que sostienen lo que soy y lo que pienso desde la cultura en la que me he formado, pero mantengo la visión desde la mirada del Alma y obviaremos la resistencia, para abordar la Depresión como algo nuevo. Para ello dividiré mi ponencia en tres momentos:

1. ¿Existe la depresión para la Terapia Floral? Si es así ¿qué es la depresión?

2. Los síntomas que se traducen como depresión en la historia de un Alma.

3. Acompañamiento de un Alma en la consulta mientras transita por la Noche oscura del Alma. Traducción de este momento cumbre en el proceso de desarrollo y herramientas para favorecer el tránsito.

1. ¿Existe la depresión para la Terapia Floral?

Como todos sabemos, la enfermedad como la entiende hoy la sociedad, para la terapia floral no existe, o mejor dicho, no ha de tenerse en cuenta, pues es solo un síntoma, un indicativo, que pone de manifiesto la desviación del Alma de su camino.

Sin embargo la localización de la enfermedad en el cuerpo o en la mente, y la evolución patológica de su curso como entidad, puede arrojar mucha luz en el proceso de descubrimiento de la verdadera causa de la “enfermedad última y única”, facilitando la actuación del Terapeuta Floral en la consulta.

Como dijo Bach, solo existe una enfermedad, creo que se estaba refiriendo a la no-coincidencia entre lo que uno es y lo que expresa, o lo que es lo mismo “dejar de ser Natural”, como dijo en otro momento de su historia.

Partiendo de la reflexión anterior: La enfermedad no existe para la terapia floral, por extensión y al ser la depresión también una enfermedad, (tal cual la entiende hoy la sociedad) la Depresión para la terapia Floral no existe, o no ha de ser tenida en cuenta, pues según el enfoque actual del que nos nutrimos para utilizar el término “Depresión” (psiquiatría, psicología, medicina, etc) la Depresión es un síntoma, un síndrome o una enfermedad, como ente separado, es decir, para esta corriente de pensamiento la Depresión existe al margen de la persona que la padece y lo que se busca es precisamente encuadrar a la persona dentro de las descripciones sintomáticas que definen a la depresión. Sin embargo como dije anteriormente, el curso y la evolución de la propia enfermedad como tal (en este caso la depresión), puede arrojar luz para entender la verdadera causa de enfermar.

Así que para concretar este primer punto diré: Qué la Depresión como enfermedad no ha de ser tenida en cuenta en la Terapia Floral, pero que la evolución de la misma y los síntomas tanto físicos como psíquicos, facilitarán la comprensión del momento que transita el Alma y por lo tanto serán de ayuda para elaborar las estrategias que faciliten la expresión Natural de la persona, tras nuestra intervención.

¿Qué es la depresión?

Depresión es un concepto que se utiliza para poner de manifiesto la existencia de una bajada, de un espacio más “hondo” en un terreno lindado por espacios sobresalientes de este. Por lo que siempre para que exista una depresión, debe existir un espacio comparativo más “elevado” del que ahora nos ocupa, y por ende, esperamos volver a encontrarnos en ese punto de “elevación” transcurrido una medida de tiempo concreto. La Depresión usada como concepto en el ámbito del ánimo, nos habla de un momento de “bajada”, desde donde uno se identifica como “YO”; de pérdida de un estado anterior que se sentía como superior (más deseable) y por lo tanto anhelado ahora que lo hemos perdido. Para referirnos al estado “depresivo” utilizamos términos como: hundido, metido… y por el contrario para restablecer el estado deseado hablamos de “sacar” de la depresión, del boquete, del hoyo… pero son raras las ocasiones en las que se invita a alguien a permanecer en ese punto aparentemente más bajo, como un estado que obedece a una necesidad real del Alma.

Por todo ello lo verdaderamente importante para entender el tránsito que el Alma está efectuando mientras transita por ese estado que denominamos depresión, es descubrir el “trozo” del alma que se proyecto en un objeto ajeno a su naturaleza, que encierra una necesidad de aprendizaje, traducida en deseo, ahora insatisfecho, por inalcanzable o perdido. Y lo más destacado para nuestro estudio, es, que la recuperación del estado “elevado”, transcurrido el tiempo desde su pérdida, no obedece en la mayoría de los casos a la recuperación del elemento que produjo la entrada en el ámbito de la depresión. El objeto no se recupera, se recupera el “trozo” proyectado o se vuelve a proyectar sobre un nuevo objeto.

Matizando este punto diré que nunca un estado de ánimo en la persona obedece a una sola causa, ni es descrita a través de un solo sentimiento, aunque la persona a veces lo sintetiza adjudicándose el estado como identidad.

Así aparecen definiciones de ánimo en los que todo “yo”, se ve reflejado en su expresión como unidad: Estoy aburrido, triste, abatido, desalentado, o alegre, entretenido, entusiasmado…

Es obvio que quien se siente “yo” y por lo tanto se adjudica el estado de ánimo como sujeto, es solo una de las áreas con la que trabaja nuestra Alma a través de la Personalidad, que se ha hecho cargo de la percepción del mundo en ese momento, apartando otras posibilidades de percepción desde una óptica más abarcante y fundamental, para su propio desarrollo.

Por lo que vinculando este hecho a la Teoría de las estructuras desarrollada en mis escritos, diré que: El aburrimiento lo hace Hornbeam, la tristeza Mustard, la culpabilidad Pine, la desvalorización Larch, el pesimismo Gentian, y así podríamos pasearnos por los síntomas que una “Depresión” contiene, según el protocolo del modelo positivista actual, manteniendo lo que dije anteriormente. Que aunque la depresión no existe para la terapia Floral, los Síntomas son elementos que favorecen el enfoque para descubrir el momento que la persona vive y que identifica como “bajada” de acuerdo a lo que sentía anteriormente cuando lo adjudicaba y vinculaba a un estado “per se” de uno de sus “YO” de acuerdo al contenido de las 38 estructuras de la personalidad que utilizo en el modelo.

En todos estos casos si profundizamos en la causa que ha favorecido el nacimiento de la sensación que se traduce como “desagradable” descubriremos algún deseo insatisfecho, por alguna de nuestras estructuras, alguna pérdida que muestra un poco más nuestra desnudez y miedo. O lo que es lo mismo, descubriremos la identificación de nuestra personalidad en algún ámbito de la existencia, al márgen de nuestro propio destino como Alma.

2. Los síntomas que se traducen como depresión en la historia de un Alma.

Pasemos ahora al segundo punto, para desarrollar un poco más lo expuesto hasta ahora e iniciar el acercamiento al núcleo de propuesta de esta ponencia: Cuando la “depresión” obedece al Espíritu y es el Alma “toda” quien la vive en una encarnación física.

El trabajo que presenté el año pasado en Barcelona, ponía de manifiesto a través de los propios escritos de Bach, la idea de evolución del Alma a través de las lecciones que esta aprehendía en la Tierra desde una personalidad encarnada, y de cómo desde el modelo de los grupos y de las diferentes etapas de acuerdo al paso por las estructuras de cada grupo, el Alma iba ganando en autonomía para manifestarse con todo su esplendor, una vez superadas las limitaciones de su propia ignorancia.

Siguiendo con esta línea podemos observar que los estados de tristeza, melancolía, o cualquier otro, que se enmarque dentro de los limites de lo que se entiende hoy por depresión, obedecen a diversos deseos centrados en la autonomía del ser y vinculados a la imagen del mundo, de la existencia y de la propia naturaleza de la persona que los padece. Así que no será lo mismo la tristeza que hace un niño al perder su “goma mágica de Harry Potter” que la tristeza que vive un adulto al sentirse incapaz de mantener su ritmo de vida de acuerdo a lo que idealizo en el pasado. En ambos casos el sentimiento y los síntomas que se expre-san y que son perceptibles desde el observador externo, pueden ser similares, incluso la trascendencia e importancia del objeto perdido o inalcanzable, pueden ser idénticas. Pero es obvio que la sensación de “yo” y la destreza que ese “yo” posee no es similar. Estamos hablando aquí de evolución y en todos los casos esto es fruto de adaptabilidad, adecuación y capacitación para desarrollar cada vez más estrategias al margen del medio, hasta llegar a ser uno con el medio y por lo tanto imposibilitar que este pueda afectarlo.

Esta reflexión me lleva a pensar que la atención del terapeuta debe centrarse en el objeto que produce la sensación de pérdida, ya sea este interno o externo y a traducir el significado que ese objeto tiene para la persona, al márgen de la emoción que está experimentando, que no es otra cosa que la expresión en “idioma personal” del valor de lo que cree que ha perdido en él y por otro lado, la puesta de manifiesto de lo que le falta para estar más completo de lo que estaba antes de advertir la pérdida.

Una vez más llegamos al punto donde la Terapia Floral se cuestiona a sí misma y emergen las dos vertientes que han estado viajando de forma paralela desde los albores de su nacimiento: ¿Dar flores o hacer terapia?

Para dar flores con identificar las emociones de la persona siguiendo con la línea expuesta, para administrar las esencias florales que coincidan en sus enunciados con lo que advertimos en la clínica, ya es suficiente. Pero si queremos que la persona se conozca un poco más y descubra parte de su ignorancia (lo que se traduce en el lenguaje popular por terapia), la atención del terapeuta debe permanecer enfocada en los significados que para cada paciente tienen los síntomas emocionales que nos muestra, porque como he dicho, la tristeza, aburrimiento, desvalorización, culpabilidad… no son si no síntomas personales que esconden tras de sí la causa que les da vida y por lo tanto la oportunidad de completar una nueva etapa de desarrollo hacia la erradicación de la ignorancia, tras el descubrimiento del valor y jerarquía que ese elemento suponía para la personalidad, al estar reemplazando un trozo de Alma que ahora podrá ocupar su verdadero lugar. Aquí debo insinuar otra reflexión que aunque no cabe en el marco de este congreso, me atrevo por ello solo a insinuar: Hacer Terapia ¿desde qué Modelo? Médico, psicológico, psiquiátrico, místico… creo que la terapia floral debe desarrollar su propio modelo, bueno pero como he dicho esto es tema para otra ocasión.

Como conclusión de este segundo punto diré: Es necesario que diferenciemos los síntomas emocionales que pueden estar encuadrados en una depresión, de las causas personales que provocan este estado global de displacer.

Los síntomas son universales y todos los humanos nos expresamos desde ellos, así que estos síntomas solo son un punto de partida para la exploración y un indicativo para tener en cuenta la esencia floral que podrí-amos utilizar para neutralizarlo.

Las causas que provocan los síntomas son individuales y cada uno obedece a una necesidad particular para expresar lo que aún no sabemos manifestar de otra forma. Dentro de las causas individuales, debemos cuantificar el valor y significado que estas tienen para la persona y lo que es más importante a que “trozo” (o virtud como diría Bach) de su Alma reemplaza y como debemos actuar tras el descubrimiento para que la persona se haga consciente de su naturaleza y desarrolle su expresión desde este nuevo enfoque.

Todo esto nos dará un valor añadido al poder identificar las necesidades de la personalidad y por lo tanto el desarrollo del Alma, según los modelos que ya he mostrado en diferentes ponencias, para facilitar el encuadre del trabajo que efectuaremos en la consulta. Después de haber aclarado un poco más los puntos anteriores, pasaré ya al tercer momento para incidir una vez más en la necesidad que tenemos los terapeutas florales de discernir con claridad los pasos evolutivos del Alma que nos visita, y actuar así, en función de ello.

3. Acompañamiento de un Alma en la consulta mientras transita por la “Noche oscura del Alma”. Traducción de este momento cumbre en el proceso de desarrollo, y herramientas para favorecer el transito.

El fundamento de la terapia floral, descansa sobre el Alma. El Alma es el eje sobre el que gira todo el modelo y como ya he comentado y demostrado en otros congresos, Bach propone un proceso evolutivo del Alma, es decir, el Alma crece como consecuencia de la experiencia que ejecuta a través de la personalidad.

De acuerdo a esto, podemos hablar de impulsos, deseos, anhelos, cada vez más cercanos a las necesidades reales del Alma como entidad gracias al proceso de separación de todo lo que no es Alma. Pero para ello es necesario “un tiempo” o mejor dicho “madurez” que no es del tiempo, pero que para entendernos, lo encuadraremos en este parámetro de medida social, y a esto le llamaremos la edad del Alma.

La edad del Alma abarca muchas edades de diferentes personalidades humanas encarnadas. O como decía Bach, una vida es como un día de escuela para un Alma que cursa sus estudios en la Tierra.

Si mantenemos la mirada en este principio fundamental de la filosofía de la Terapia Floral, es evidente que según la edad del Alma y las lecciones aprendidas, los deseos que proyecte una personalidad serán cada vez más altruistas, globales, ecológicos o como le quieran llamar, es decir tendrá más en cuenta al grupo, al colectivo, al planeta… y pensará en las necesidades globales además de en las propias. Por lo tanto los síntomas “depresivos” (por seguir con el término) serán cada vez fruto de acciones menos egocéntricas, deseos menos egoístas… En una encarnación concreta, el Alma tras haber desarrollado a través de la personalidad encarnada, aspectos que muchos humanos desean con ambición, anhelo o envidia. Tras haber agotado las experiencias que le han dotado de autonomía para gestionar en el mundo y provocado el nacimiento de la búsqueda hacia la fuente original, el Alma vivirá uno de los episodios cumbre en el proceso del auto conocimiento. La Noche Oscura del Alma. Este estado, conocido por la tradición mística de todas las culturas, por desconocimiento, puede confundirse con una depresión y aunque muchos de los síntomas emocionales y físicos son similares, el objeto y el propósito de este momento es muy diferente.

En modelos como la Kabalah, Alquimia, Chacras… entre otros se describe el tránsito por la Noche Oscura, como antesala para la expresión del mundo del espíritu en la tierra. También lo han descrito grandes Místicos y humanistas de todas las épocas y en la actualidad renace esta definición renovada a través de la visión transpersonal que está impregnando a todas las ciencias. Pero quizás el autor más célebre que ha retratado este momento del desarrollo del Alma halla sido el Místico, Juan de la Cruz.

De su cántico espiritual he entresacado algunas de los textos que ilustran el objeto y propósito de este paso en el proceso evolutivo de la consciencia. Del prólogo de esta obra, quiero leer el motivo que impulsó a Juan de la Cruz para escribir estos cánticos:

Para escribir esto me ha movido no la posibilidad que veo en mi para cosa tan ardua, si no… … por la mucha necesidad que tienen muchas Almas, las cuales comenzando el camino de la virtud y queriéndolas nuestro Señor (el espíritu) poner en esta noche oscura para que por ella pasen a la divina unión, ellas no pasan adelante; a veces por no querer entrar o dejarse entrar en ella, a veces por no entender y faltarles guías idóneas y despiertas que le guíen hasta la cumbre…

De su libro primero capitulo primero, al referirse a la primera canción que dice:

En una noche escura,

con ansias de amores inflamada,

¡oh dichosa ventura!,

salí sin ser notada,

estando ya mi casa sosegada

Comenta:

En esta primera canción canta el alma la dichosa suerte y ventura que tuvo en salir de todas las cosas afuera y de los apetitos e imperfecciones que hay en la parte sensitiva del hombre por desórden que tiene la razón. Para cuya inteligencia es de saber que, para que el Alma llegue al estado de perfección, ordinariamente ha de pasar primero por dos maneras principales de noches, que los espirituales llaman «purgaciones o purificaciones del Alma». Y aquí las llamamos noches. Porque el Alma así en la una como en la otra, camina como de noche, a escuras. La primera noche pertenece a los principiantes al tiempo que Dios los comienza a poner en el estado de contemplación y la segunda noche o purificación pertenece a los que ya aprovechados al tiempo que Dios los quiere poner en estado de Unión con Dios; y esta es más oscura y tenebrosa.

…Y esto dice que le fue dichosa ventura salir sin ser notada, esto es, sin que ningún apetito de su carne se lo pudiese estorbar y también porque salió de noche, que es privándola Dios de todos ellos, lo cual era noche para ella… …Y esto dice que le fue dichosa ventura, meterla Dios en esta noche, de donde se le siguió tanto bien, en la cual ella no atinara a entrar, porque no atina bien uno por sí solo a vaciarse de todos los apetitos para venir a Dios.

Como habrán podido comprobar Juan en estos textos hace referencia a un momento, amargo para la personalidad centrada en los sentidos y en la mente, pero dichoso para el Alma, sin embargo la propia Alma al identificarse con la personalidad y sus apetitos mundanos a veces se retrae a penetrar en la Noche Oscura. Juan, insiste así mismo en el hecho de que no es por la voluntad que se entra en la Noche, si no por la acción directa de Dios y como consecuencia de que ya se ha madurado lo suficiente para pasar por ello.

Está claro que debemos separar claramente los estadíos evolutivos de las Almas para poder discriminar con claridad en que momento está la persona que nos visita, ya que si su “depresión” obedece a un proceso de desarticulación de los apegos de la personalidad para ampliar sus miras hacia el espíritu que le da vida, poco tiene que ver con los síntomas depresivos que puede encontrar en otra Alma que aun está formando su personalidad para poder moverse con autonomía en el mundo, y por lo tanto los enfoques de trabajo serán marcadamente diferentes. Por ello el terapeuta floral debe estar formado en la ciencia del Alma y salir así del caos existente, del enfrentamiento entre los diversos modelos clínicos que parcelan las diversas partes del proceso de desarrollo del Alma, e integrar los diversos enfoques terapéuticos existentes desde un nuevo enfoque que mantenga la visión centrada en el Alma como eje de la experiencia en la Tierra y facilitar así lo que Ken Wilber en su obra “La conciencia sin fronteras” mantiene como necesidad emergente para esta nueva etapa de la Humanidad:

No podemos soportar nuestro sufrimiento con resultados fructíferos a menos que sepamos que es lo

que significa y por qué se produce. Y no sabemos lo que significa porque no tenemos un médico del Alma en quien podamos confiar sin reservas…

… cuando entendemos que nuestro SER tiene muchas capas, podemos empezar a ver que los diversos tipos de terapias difieren, precisamente, porque se dirigen a esos diferentes niveles del Alma.

Y en Psicología Integral al referirse a las patologías del fulcro 7 “patología psíquica” en los albores de lo transpersonal, escribe sobre la Noche Oscura del Alma en estos términos:

Para superar estos problemas puede resultar muy útil la lectura de relatos que expongan la forma en la que otros han superado este problema (véase especialmente San Juan de la Cruz, Urderhill y Kapleau) en periodos de profunda desesperación, el Alma puede entregarse a la plegaria de petición – como algo opuesto a la contemplación- que tampoco ha de ser abandonada porque se trata de una plegara al propio Arquetipo Supe-rior (o Espíritu) También debemos mencionar que a diferencia de lo que ocurre en las depresiones existencia-les o borderline, por más profunda que sea la depresión o la agonía de la Noche Oscura, la literatura no recoge ningún caso de suicidio al respecto. Es como si la depresión que se atraviesa en la Noche Oscura tuviera, como afirman los contemplativos, un propósito “superior” “purificador” o “inteligente”

También como dije anteriormente la tradición «cabalista» hace referencia a la noche Oscura del Alma, como un proceso necesario para alcanzar mayor visión espiritual y centra esta experiencia en tres de los senderos que conectan a los sefirats entre sí, concretamente los senderos 25, 26 y 24. Seria muy arduo entrar en el detalle de este modelo para aquellos que no estén familiarizados con él. Baste decir que es un modelo evolu-tivo que describe los pasos de la consciencia desde los más básico a lo más sutil. He entresacado algunas líneas de un tratado de Cábala del autor Gareth Knigth, para mí un erudito en la materia, para ilustrarles un poco más sobre la Noche Oscura:

En este sendero, que conduce desde Yesod a Tifareth, es la línea directa de contacto entre la Individualidad (el alma para nosotros) y la personalidad, y en él se desarrollan los primeros vislumbres de la consciencia mística o superior. Sin embargo, antes que la consciencia mística pueda conseguir un asidero en los vehículos inferiores, estos vehículos tienen que ser aquietados, y este proceso está simbolizado por la comparación del proceso de desarrollo a un viaje a través de un desierto o erial en el que el Alma, es abandonada a sus propios recursos, asistida sólo por la Fe. En este sentido puede verse que el texto Yetzirático tiene relevancia, porque aquellos a los que le falla el coraje o la Fe volverán corriendo a la aparente seguridad de la conciencia de los mundos inferiores.

El texto Yetzirático ( uno de los libros sagrados de la tradición hebrea) dice: “El sendero Vigésimoquinto es la inteligencia de Prueba o Tentación, y es llamada así porque es la tentación primaria, por las que el Creador pone a prueba a todas las personas justas.”

Así como la lectura de San Juan de la Cruz o las recomendaciones de Ken Wilber pueden suavizar el camino de los que llaman a nuestra puerta en un proceso como el que estamos explorando, también la Cábala aporta herramientas para facilitar el paso por esta etapa del desarrollo del Alma: Los tres recursos o virtudes que se necesitan, según la misma fuente, para transitar con éxito la Noche Oscura son: Fe, Esperanza y Caridad.

Como dije anteriormente los senderos que el buscador transita y abre el portal de la Noche Oscura, según la Cábala, son tres, aunque su división se hace solo para facilitar el estudio ya que cada uno alude a un aspecto de la personalidad que ha de ser purificada y esto se hace al unísono. El sendero 25 se refiere al tránsito por el amor o misticismo devocional, y dejará tras el paso por la Noche, todo lo que es amor excluyente. El sendero 26 puede ser considerado como una prueba similar en el camino de la sabiduría o el sendero hermético, que abrirá la puerta a la intuición y nos sacará de la mente controladora lineal y el 24 en el camino del poder o misticismo de naturaleza y arte que nos dotará de la intención altruista para poner nuestro conocimiento al servicio del grupo.

Para finalizar quiero añadir una recomendación extraída del libro Más allá de la dualidad del psiquiatra John E, Nelson, referida al tránsito por el 4º chakra y a la experiencia de la Noche Oscura:

El papel que puede desempeñar el terapeuta diestro para ayudar a la persona angustiada a atravesar esa “noche oscura” consiste en afirmar empáticamente que su estado mental actual forma parte de un proceso natural de renovación, una caída que otros han experimentado antes que él y que, al concluir, va seguida de una reanudación de su progreso espiritual. El terapeuta debe ayudar a hacer frente a los aspectos sombríos de una personalidad basada en el ego hasta que el sujeto pueda perdonarse amorosamente a sí mismo y alcanzar una mayor integridad. También debe ayudar a liberar los residuos de la represión original y enseñarle que ya no necesita temer a su interior, todo lo cual contribuye a que el individuo que ha perdido su camino en la noche oscura renuncie provisionalmente a sus responsabilidades mundanas, reordene sin demora sus prioridades y se retire a practicar la introspección. Una vez que el sujeto ha completado este proceso purificador, se abrirá la puerta a la Fuente transpersonal que servirá como faro orientador para indicarle el camino que le queda por recorrer.

Senderos, peldaños, chacras, madurez del alma, grupos, en definitiva todos hablan de lo mismo. Como habrán apreciado es realmente fascinante ampliar la visión, crecer en conocimiento y recursos para ponerlos al servicio de nuestros clientes. Esta era la intención de esta ponencia, insinuarles que existen otros modelos y que todos ellos pueden convivir en armonía si mantenemos la atención centrada en el eje que da vida a nuestra Ciencia: EL ALMA.

Espero que hayan disfrutado con la exposición. Muchas gracias.