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  • Terapia Floral – Supervisión de casos clínicos

“Las esencias florales para sanar el dolor de cuerpo y alma”- Última parte

“Las esencias florales para sanar el dolor de cuerpo y alma”- Última parte

El pan es símbolo de fraternidad, solidaridad y unión entre los hombres de buena fe, pero también de señal de reconocimiento entre clanes o gremios.

San Lucas deja entrever una señal secreta para reconocer que Jesús está vivo después de la crucifixión. Escribió en su evangelio: «…volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los once y a sus compañeros que les dijeron: El señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le reconocieron al partir el pan» (Lc. 24: 33,35)

Podríamos decir que el pan se sitúa etimológicamente en el origen de la masonería, ya que el origen de la palabra compañerismo es la palabra pan. La palabra pan, en francés pain, dio origen a la palabra compain, origen etimológico de compagnon, compagnonnage, que era el nombre que recibían las asociaciones gremiales de constructores, origen físico y tangible de la masonería.

Incluso en español esta evolución viene a ser idéntica ya que según la Real Academia, compañero viene de compaña, o compañía, y ésta a su vez del latín cum panis que quiere decir «con pan», y representa a los que comparten el pan.

Este símbolo era una costumbre común a aquellos trabajadores que se establecían en asociaciones laborales cuya finalidad era siempre la del trabajo en común, en contraposición a las vanidades personales de otras profesiones que no valoraban la fuerza de la unión.

Compartir el pan es, a lo largo de la historia, un signo de amistad y solidaridad social.

El pan es un símbolo alquímico por excelencia ya que de la destrucción y descomposición del grano (muerte y putrefacción), producto no asimilable por el cuerpo humano, surge (resurrección) un nuevo alimento completo y básico para nuestra vida.

El M.•. Joël, decía que «En el pan intervienen los cuatro elementos básicos de la vida: Agua, Tierra, Fuego y Aire. La Tierra porque es donde se enraízan y nutren las semillas del trigo, el Agua porque es la que transmuta la harina en masa y sin la cual no pasaría de ser polvo, el Aire es el que le da la vida a la masa a través de la fermentación de las levaduras y el Fuego que es el que fija la construcción y la hace comestible».

Al mismo tiempo, la espiga que es signo de la abundancia, es el fruto sagrado del maridaje cielo-tierra, de ahí que en todas las iconografías aparezca en las manos de alguna divinidad.

El pan, junto al aceite y el vino, configura la tríada de los alimentos elementales, básicos y litúrgicos, o comulgables. Esta tríada se conjugaba en la antigua Grecia en unos panes rituales ofrecidos a los dioses llamados psadista, que, elaborados amasando harina de trigo con vino y aceite y sin cocer, se ofrecían a los distintos dioses en acción de gracias por el bienestar de la comunidad y esperando que del sacrificio se obtuviese una nueva cosecha de estos tres alimentos fundamentales.

Olive, el olivo, el aceite:

  • • «Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban (Mc. 6: 13)».
  • • «…un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; (Lc. 10: 33,34).
  • • «Levantóse Jacob de madrugada, y tomando la piedra que se había puesto por cabezal, la erigió como estela y derramó aceite sobre ella. (Génesis 28: 18,19)»

 

El aceite, capaz de calmar las heridas, de nutrir como un alimento rico de sabor y generador de energía y de iluminar las noches.

El hecho de que en el Génesis ya se hable de que la paloma trajo a Noé una rama de olivo como mensaje del fin del diluvio, indica que este alimento ya se encontraba en los albores de la humanidad.

En unas tablillas encontradas al norte del palacio de babilonia, situadas temporalmente en el reinado de Nabucodonosor, se encontraron restos de aceite que seguramente procedían de algún proceso sagrado que conservase incorrupta la madera por mucho tiempo.

Su uso realmente se podía considerar mágico si se tiene en cuenta que se empleaba tanto en medicina como en alimentación, y hasta en el alumbrado, de ahí que en todos los rituales se hiciesen ofrendas de aceite a los dioses.

En Grecia se establecía el zumo del primer prensado como aceite para cocinar y aliñar comidas, el segundo como ungüento para embellecer y cuidar el cuerpo, y del tercer prensado se obtenía el combustible para la iluminación.

Así pues, aceite: salud, alimento y luz.

Y finalmente Vine, el vino:

Quizás el hombre conoció el vino antes que el pan, al menos así aparece en las antiguas escrituras donde nos narran cómo cuando Noé desembarcó del Arca lo primero que hizo fue plantar una viña: «Noé, agricultor, comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña. bebió de su vino, y se embriagó…» (Gn. 9, 20)

Si ya vimos anteriormente que el pan es un símbolo alquímico en toda su dimensión, tanto o más lo es el vino. Hay quien apunta que se podría estudiar incluso como la Occultum Lapidem de que nos habla la fórmula V.•.I.•.T.•.R.•.I.•.O.•.L.•., la piedra filosofal capaz de transformar el plomo en oro y por la que tantos hombres dieron su vida.

“VITRIOL”. Es un ACRÓSTICO DERIVADO de la frase «Visita Interiora Terrae Rectificatur Invenies Occultum Lapidem» (Visita el interior de la tierra, que rectificando encontrarás la piedra oculta). ¡Cuanto ya había tenido que rectificar Bach, y lo que aún le quedaba!

Desde un sentido puramente alquímico, la transmutación de la uva en vino es un proceso en el que interviene la putrefacción, la fermentación, la muerte de las uvas, para dar paso a un nuevo elemento, el vino: limpio, puro, brillante, subyugante, embriagador. Del mismo modo que el pan interviene en la eucaristía transmutándose en el cuerpo de Cristo, el vino sufre una transfiguración mística al pasar a ser su sangre.

En su obra «Cuadro natural de las relaciones existentes entre Dios, el Hombre y el Universo», L. de Saint-Martin dice que el vino del sacrificio es el agente activo y generador de la Gran Obra, el azufre del simbolismo alquímico.

Simbólicamente representa la sangre de la tierra, es el proceso alquímico más natural que pueda existir, ya que sin apenas intervención humana las uvas, el fruto de la vid, mueren al ser pisadas para hacerse mosto, luego se pudren en el proceso de fermentación y resucitan transformadas en brillante y embriagador vino la cabo de unos días.

  • • «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Jn. 15: 5)»

 

Bach se pone a escribir, y el 19 de julio de 1934 salía publicado su libro Los Doce Curadores y los Siete Ayudantes, que él consideró que era el final de su obra, pero la vida le tenía reservado aún otro avance, si cabe más doloroso, otra rectificación, las diecinueve últimas Flores.

Y ahora podemos jugar simbólicamente con los Ayudantes, ¿les apetece? No voy ahora a exponer la relación entre lo que les plantearé y las indicaciones que ya conocen que escribió Edward Bach para cada una de estas Flores. Lo que les voy a comentar ahora es solamente una propuesta, por si están dispuestos a jugar, a hacer poesía con los símbolos y quieren probar. Y si lo hacen lo más seguro es que se sorprendan.

¿Alguna vez han sentido este frío interior, que no es el frío del invierno ni de la humedad, sino un frío de otra clase, un frío que se pega al ser más íntimo? recurran al fuego de Gorse que les dará el calor necesario. Si con este fuego no fuera suficiente, miren de atizarlo con un poco de aire de Heather, o añadan un poco más de leña, simbolizada por Oak, la cual produce las mejores brasas y las que más tiempo se conservan.

¿Alguna vez se han sentido como si su ser fuera un globo deshinchado, que le falta un poco de presión interior? Prueben a hincharlo un poco con el aire de Heather, y si no es suficiente caliéntenlo con un poquito del fuego de Gorse.

Acaban de luchar bravamente, tienen heridas por todos los lados, sangran, prueben a cauterizarlas con el aceite caliente de Olive más Gorse y un poco de Vine, como el buen samaritano, pero si simplemente se trata de curarlas y cuidarlas, el aceite de Olive les aportará gran alivio. Pruébenlo también tópicamente.

Les falta algo de alegría, prueben con el vino de Vine que les aportará un poquito más de alegría y desinhibición.

Su nave particular lleva demasiado tiempo sin navegar porque no sopla el viento que necesitan sus velas, recurran al aire de Heather para que les ayude.

Les falta un punto de luz en el horizonte, enciendan la lámpara del aceite de Olive, como las vírgenes prudentes del evangelio.

Se sienten apartados del mundo, quieren integrarse en él, formar parte de él, participar del ágape de la vida, acompáñense del pan de Wild Oat, y compártanlo con quienes les rodean.

Se sienten interiormente congestionados, hagan, metafóricamente, vahos calentando el agua de Rock Water con el fuego de Gorse.

Creen que todos sus puntos de apoyo se han desvanecido, que no tienen donde agarrarse, que el mundo se hunde a sus pies, recurran a los cuatro pilares del mundo: el fuego de Gorse, la tierra de Oak, el aire de Heather y el agua de Rock Water.

Si tienen demasiada presión interior, demasiado fuego en sus adentros, recurran al agua de Rock Water para disminuirlo un poco y a la tierra de Gorse para que no haya tanto vapor.

Les falta seguridad donde apoyarse, el suelo se hunde a sus pies, refuércenlo con un poco de la tierra que aporta Oak.

Y así podríamos seguir, pero estoy seguro que su imaginación y su buen hacer les llevarán mucho más lejos de lo que pueda hacerlo yo.

Cuando vean los beneficios que pueden obtener con este tipo de aplicaciones, se sorprenderán, y no digan que se lo conté yo, sino que ya estaba ahí, porque ésta es la segunda sorpresa, y para mí muy importante. Si repasan detenidamente los estados emocionales en los que se encontraba la persona que requirió las Flores y después repasan las indicaciones que el doctor Bach escribió para cada una de ellas, verán con mucha claridad la exactitud de su necesidad, aunque nosotros las hayamos seleccionado simbólicamente

Y todo esto a partir de Flores. Cada Flor tiene un significado propio, pero todas ellas tienen uno en común: son el cáliz que recibe el agua del cielo, de la lluvia y del rocío y simbolizan la belleza, el amor y la armonía. Es evidente que son la más concreta manifestación de la belleza natural, la forma más hermosa con que nos obsequia la Naturaleza, fruto del vientre de la Madre Tierra fecundado por el Sol. El propio San Juan de la Cruz toma la imagen de las flores como representación de las virtudes del alma .

Fin