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Sexualidad femenina y cuerpo (1ª parte)

Sexualidad femenina y cuerpo (1ª parte)

Reconociendo a través de nuestros cuerpos el recorrido arquetípico de la esclava a Medea y su influencia en nuestro mundo emocional como mujeres en el patriarcado.

 Se ha dicho mucho sobre las mujeres, los hombres, la sociedad patriarcal, los vínculos, los roles que cada uno tenemos en esta construcción de sociedad que vivimos.

Mi aporte en esta conferencia, pretende ser el de unir diferentes aspectos, en una síntesis que considero novedosa y que la experiencia de trabajo confirma que logra aportar cambios significativos en la vida de las mujeres que se atreven a hacer dicho recorrido.

Además, y creo que lo más importante, es que voy a tratar de transmitirles la experiencia en las palabras de las mujeres que han participado en el proceso, que me autorizaron a compartirles sus vivencias. Así que mi agradecimiento a cada una de ellas, porque han escrito parte de mi conferencia. Sin ellas, sin su valentía a sumergirse en la sombra, confiar, ir más allá de sus límites, abrirse a las experiencias nuevas de trabajar con sus cuerpos, compartirse mostrando tanto su vulnerabilidad como su poder, sus miedos como sus avances, nada de esto hubiera sido posible.

Lo mítico, lo arquetípico y lo simbólico están presentes en este trabajo junto con lo corporal.

La base floral es La Canción de Eva, el set del Dr. Eduardo Grecco que incluye doce arquetipos femeninos. El trabajo se realiza a través del cuerpo, involucrando las memorias y estructuras corporales en el proceso de cambio, pues para cambiarse a sí mismo, para cambiar la mente, es necesario cambiar el cuerpo.

En palabras de Keleman:

“Para cambiar la propia situación en la vida es necesario ser capaz de cambiar el propio funcionamiento. Esto no es simplemente cambiar de mentalidad sino cambiar las maneras de emplearse a sí mismo. Cambiar su mente es cambiar su cuerpo” (Keleman La experiencia somática. Formación de un Yo personal. Desclée. Bilbao 1997, p.13)

Trabajamos con todo el cuerpo y con diferentes partes del cuerpo, relacionadas con cada arquetipo. El enfoque es el de Core Energetics, Radical Aliveness, creado por Ann Bradney, que trabaja principalmente en procesos grupales en los que podamos darnos cuenta de lo que dice nuestro cuerpo, en los vínculos, más allá de lo que digamos con palabras. Este trabajo permite que cada una de las participantes se conecte con su centro, con su ser real. Que aprenda a expresarse desde ahí y que desarrolle su liderazgo.

En palabras de una de las compañeras participantes:

“Este trabajo emocional me ha dejado amplios aprendizajes, darme cuenta de lo que no quería ver y se me presentaba una y otra vez, que veía en otros y no aceptaba en mi misma; reconocer que la “niña” me llevaba a tomar decisiones con miedo y retomar el poder de tomar decisiones como la mujer que ahora soy, con los aprendizajes acumulados hasta hoy”.

Aprendemos a escuchar a nuestro cuerpo y a reconocer nuestras posturas, nuestros gestos, nuestras corazas, el modo en que fluye nuestra energía. Aprendemos a vibrar, a enraizarnos, a respirar, a usar la voz. En definitiva, a sentir.

Y como todo es hábito, cuando aprendemos a escuchar a nuestro cuerpo durante 7 meses, vamos incorporando el hábito a nuestra vida.

“(…) y aunque no me encanta todo lo que he sentido con tus enseñanzas y me sienta muy rara, incomoda, ande torcida de mi cuello (lado derecho) y con una sensación de nervios en el estómago, SÉ QUE ESTOY MEJOR, porque lo SIENTO y creo que es un gran avance, que me cuesta trabajo entender porque mi cabeza piensa lo contrario”.

El trabajo se realiza a nivel grupal, puesto que cuando cambiamos lo hacemos a través del vínculo y el otro nos sirve de espejo para ver esa parte de nosotras mismas que no sabemos ver. Además, el grupo da contención y apoyo.

La duración del proceso es de 7 meses, durante los cuales nos involucramos tanto a nivel personal como grupal.

Este trabajo grupal crea una conexión entre “almas” porque el trabajo corporal nos lleva a ser “autenticas” y la posibilidad de reconocernos como tales y de reconocer a las demás es una nueva dinámica de las relaciones donde podemos crecer y aprender a confiar. El permitirnos expresar nuestras emociones de un modo pleno, reconociendo y honrando nuestras polaridades internas – amor-odio, miedo-valentía, deseo- rechazo etc. – nos permite vernos unas en otras sin entrar en el juicio.

En palabras de las participantes en el grupo:

“Gracias (….) a todas las demás Diosas que me permitieron crecer siendo espejos míos o Yo de ustedes”.

“(…) me siento feliz del cambio en mi vida, podría decir lo que se dice comúnmente, “soy otra persona” pero en realidad creo que está mal dicho, lo que sucede es que me siento más libre, ME SIENTO MAS YO”.

La diversidad dentro del grupo y entre grupos, es grande: diferentes personalidades, origen social, razas, religiones, posiciones económicas, nacionalidades. Esta diversidad nos da la oportunidad de poner en práctica otra de las reglas que la sociedad patriarcal nos niega: que las diferencias sirvan para unirnos, y no para separarnos. Que lo que impere sea el amor y no el poder.

 Tampoco hay hombres directamente en el grupo, lo cual en este caso no es fruto de las circunstancias sino de una decisión. Es un trabajo enfocado a reconstruirnos a partir de nosotras mismas y a desarrollar la solidaridad femenina, tan socavada por el patriarcado. La participación de los hombres ha sido a través de aquellos que quisieron involucrarse con sus compañeras en proceso. A ellos mi reconocimiento también, pues asumir determinados roles supone desafiar la zona de confort, cuestionarse a sí mismo y abrirse al cambio.

Una vez señalado enfoque desde el cual el curso está pensado, vamos a adentrarnos en el nombre del mismo: SEXUALIDAD FEMENINA Y CUERPO. RECONOCIENDO NUESTROS ARQUETIPOS Y TRASCENDIENDOLOS.

El tema alrededor del cual gira el trabajo es la sexualidad femenina, entendida como eje central del ser mujer cuando se aborda desde su completud y se enfatiza en el carácter sagrado y sanador que ésta tenía en sus orígenes.

Lo que nos aparta de esos orígenes, es la construcción social, conocida como patriarcado en la cual estamos inmersos. En ella, las mujeres hemos sido relegadas a un papel secundario, en todos los planos: intelectual, económico, creativo.

Almudena Hernando, en su libro «La fantasía de la individualidad», señala que:

“Este orden ha sido denominado patriarcal, porque es resultado de toda una trayectoria histórica definida por la dominación de los hombres y la subordinación de las mujeres, relación de poder que, en cuanto norma social, sigue manteniéndose en la actualidad” (Hernando, A. La fantasía de la individualidad pág. 17)

Algunos de los aspectos que la sociedad patriarcal nos niega a hombres y mujeres, es el de expresar lo que realmente sentimos.

De las cosas que nos cuestan en nuestra cotidianeidad es a decir que NO, o a decir que SI, a darnos nuestro lugar, a permitirnos ser tal como somos, sin sentirnos culpables por ello. Nos cuesta ser protagonistas de nuestra vida.

Así lo expresó una participante al inicio del proceso, cuando inició la toma de Demeter, Madre Nutricia:

“¿Les ha pasado que ven la vida como si estuvieran en una de las butacas del cine, como si fuera la película de los demás, donde solo la ves y no participas? Como que a todo el mundo le dieron un papel, menos a mí, y compro boleto para ver la actuación de todo el mundo. Y que quizá sales de la película y te metes a otras, sin participar y así. Donde tienes la sensación de que los demás si están viviendo, excepto tú. Y que pasa el tiempo y no participo. De repente hay posibilidades de participar en alguna pequeña actuación, pero la crees poco atractiva porque lo has hecho muchas veces ya sabes que va a pasar, no hay avances no hay cambios y prefieres no hacerlo y permanecer como espectador y ya”.

 Uno de los espacios en que se manifiesta esta situación es en los vínculos, en las relaciones que establecemos. No solo con las parejas, sino también con las amistades, en lo laboral, con los hijos e hijas, con nuestra madre y padre.

A menudo, no tenemos conciencia de estar haciendo lo que sin embargo estamos haciendo.

El cuerpo nos ayuda a ese “darnos cuenta” El cuerpo no miente. Y además, el cuerpo nos conecta con el placer, con la dicha de vivir, aspecto muy importante en este trabajo.

En palabras de Alexander Lowen:

“Cuando cuerpo, mente y movimiento se funden en un momento de verdad personal, surge un sentimiento de plenitud. En el momento de la fusión, la excitación trasciende las fronteras del sí-mismo y transporta al individuo hacia las alturas del gozo.”(Lowen. La experiencia del placer pag. 119)

Conectarnos con nuestro cuerpo es el primer paso para poder conectarnos con nuestra sexualidad.

Cahuita, Costa Rica Octubre 2013

Núria Camps i Salat

 (Continuará)