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Sexualidad femenina y cuerpo (2ª parte)

Sexualidad femenina y cuerpo (2ª parte)

La mujer tiene en sí misma la capacidad de crear, pero no solo de crear en su vientre materno, sino de crear una realidad, desde su esencia, lo femenino, que se basa en el amor y no en el poder, en la integración de los opuestos y no en la lucha.

El eslabón perdido que nos ha alejado de esta capacidad creadora y recreadora de nosotras mismas y de los vínculos, es la sexualidad. Para poder hacer propuestas nuevas que nos permitan recuperar la dicha de los vínculos, la dicha de ser mujeres, más allá de todos los roles que la sociedad nos ha impuesto, la clave es la recuperación de nuestra sexualidad mágica, de nuestra capacidad de desarrollarnos como sacerdotisas y hechiceras y reencontrar nuestro papel de sanadoras.

La propuesta consiste en recorrer varios arquetipos, en un orden secuencial, lo cual nos permite ir dejando atrás viejos comportamientos y creencias y abrirnos a la posibilidad de hacernos cargo de nosotras mismas como mujeres adultas y responsables de nuestro bienestar.

Conectarnos con nuestra sexualidad, reconociendo en nosotras la memoria de la esclava, Agar, de la niña, Perséfone y de Eva, mujer culpable; fruto de la explotación patriarcal de la mujer. Ello nos permite acceder a la Afrodita libre para más adelante convertirnos en Medeas, capaces de aportar a la sociedad un nuevo modelo de relación, basado en el amor y la integración.

Demeter, Madre nutricia

Siguiendo el planteamiento que hace Eduardo Grecco en su último libro, el patriarcado ha utilizado a las madres como transmisoras de su ideología por medio del denominado Complejo materno. Las mujeres no solo somos oprimidas por el patriarcado, somos usadas por éste para ser sus transmisoras.

Ahora bien, siguiendo esta misma lógica, también somos las mujeres las que podemos liberar a la sociedad de este mandato. Para ello, debemos cortar el “cordón umbilical” con nuestros hijos e hijas, para que dejen de ser niños y se conviertan en hombres y mujeres. Ello supone integrar nuestra madre siniestra.

Por esta razón, iniciamos el recorrido por la sexualidad femenina con la toma de Démeter o Madre nutricia.

La toma de la flor, junto con el trabajo corporal y el grupal están enfocados a lograr la integración de la madre nutricia con la devoradora, la protectora con la siniestra. Y no nos referimos a nuestra madre terrenal, sino a la memoria arquetípica de la madre. Se trata de entender, que el poder para destruir y para crear son la misma fuerza y la mujer alberga en su interior la capacidad de hacer ambas cosas.

Con la toma de esta flor, varias de las participantes manifestaron que se conectaron con su menstruación, que esta se hizo mucho más presente, a veces en forma de dolor y más allá de que esto no sea físicamente agradable, el sentimiento que acompañó la vivencia fue de alegría.

“Al tomar la esencia contacte mucho con mi útero. Yo nunca sentía dolor ni cuando estaba ovulando ni nada, pero esta vez me sentí hinchada, de mal humor, sentí el útero muy presente, muy muy presente. Y eso me hizo sentir incómoda porque es un malestar que nunca había sentido, pero a la vez me alegró, porque me hizo darme cuenta de que SI SÉ SENTIR ESO, ME DA CONCIENCIA DE QUE SI FUNCIONA”.

Recordemos que desde la psicosomática, el útero es el representante de la identidad de la mujer. Este espacio físico que el patriarcado circunscribió solo a la reproducción, es en la mujer mucho más que eso, es el lugar de creación y el lugar en el que sentir nuestra sexualidad mágica que es la que nos permite conectarnos con nosotras mismas como sacerdotisas y hechiceras.

“Una mujer que toma conciencia de su ciclo y las energías inherentes a él también aprende a percibir un nivel de vida que va más allá de lo visible; mantiene un vínculo intuitivo con las energías de la vida, el nacimiento y la muerte, y siente la divinidad dentro de la tierra y de sí misma. A partir de este conocimiento la mujer se relaciona no solo con lo visible y terrenal sino con los aspectos invisibles y espirituales de su existencia” ( Miranda Gray. Luna Roja, pag 75).

Ser mujer no significa solo ser madre, ni ser madre es la única forma para la mujer de ser reconocida o tener su propio lugar.

Romper con esta vinculación, establecida por el patriarcado y sostenida por las ideologías, abre las puertas a la mujer para ser creadora, no solo de hijos sino de aquello a lo que su alma la llame a crear.

“Las energías creativas vinculadas al ciclo menstrual tienen diferentes orientaciones y aspectos, y están en íntima relación con el ciclo uterino: si el óvulo que se libera durante la ovulación se fertiliza, dichas energías se expresan mediante la creación de una nueva vida; si no hay fecundación, se plasman en la vida de la mujer de cualquier otro modo.” (Gray, M. pag 13)

Además de la posibilidad de aprender ser fieles a nosotras mismas, trabajar con el arquetipo de Démeter nos ayuda a entender e incorporar el carácter dual de nuestro ser madre, recuperar nuestra ciclicidad en el cotidiano vivir y romper con las memorias que se han instalado respecto a él.

Entonces podemos resonar con ello y llevarlo a nuestro vivir emocional. De ahí llegaremos a la integración de los opuestos. Así como tenemos nuestro momento de ovulación, creación, tenemos el de menstruación, muerte. Ambos están presentes en nosotras y necesitamos reincorporar a nuestras vidas la madre siniestra, la que mata para que haya la posibilidad de un nuevo renacer. Durante este proceso cada una de las participantes va a morir para renacer Y desde esa experiencia, posteriormente, conectadas con nuestra feminidad, convertidas en Medeas, las sacerdotisas y hechiceras a las que queremos llegar, podremos acompañar a los otros en su proceso de muerte y renacimiento, en el camino de aprender a ser fieles a sí mismos.

Pero cuando nunca lo hemos hecho, no sabemos hacerlo y nos sale de forma “inadecuada”. La experiencia de una participante en su conexión con la madre siniestra fue descrita del siguiente modo

“Los primeros 15 días de la toma pasé muy en silencio, estaba muy feliz callada, estaba llena de amor, todo era muy fácil, agradecer, contactar, pero de pronto, todo cambió, me puse muy enojada, cualquier cosa me hacía sentir un volcán de furia en el estómago y exploté dos veces muy mal, muy feo, contra quien se me pusiera enfrente, lastimando, hiriendo. Interiormente me sentí muy culpable”.

Parte del proceso de aprendizaje será dejar de sentirnos culpables por nuestra naturaleza cíclica y nuestras diferentes polaridades y en su lugar, hacernos responsables de aquello que actuamos, a la vez que integramos nuestra ciclicidad como posibilidad de crecimiento y de acompañamiento para los demás.

Es importante señalar que, como todo, debemos aprender a manejar aquello que hemos vivido reprimiendo, nuestra madre siniestra, la mujer que mata para que nazca un nuevo ser. La emoción que el patriarcado ha instalado para regular este comportamiento es la culpa

Este aprendizaje, el reconocimiento de nuestra sombra de nuestra parte oscura, nos lleva a la posibilidad de “matar al niño para que nazca el hombre”. ¿Qué significa? Vivir desde la adulta y considerar a los demás como adultos, lo cual da la posibilidad de que cada quien se haga responsable de lo que genera.

Varias de las participantes conectaron durante la toma con tristeza, abandono y rechazo. La esencia nos lleva a conectar con el ser mujer. Y la historia de las mujeres, desde el punto en que nos ubicamos, es una historia de tristeza. Las heridas de abandono y rechazo salen a la luz. Poder recuperar nuestra parte mágica y creativa, nos pide atravesar estas memorias arquetípicas tristes y dolorosas.

La conexión con el cuerpo, eje importante del trabajo, apareció pronto entre las participantes, de diferentes maneras.

“Estoy sintiendo mis pies, después de 39 años, no había tenido conciencia de ellos, estoy viva y de pies!!!! Gracias. Besos».

“Hoy descubro que mis pies tienen una conexión con mis raíces, con la tierra, “Pacha Mama”. Lloro de tener conciencia de ellos, de mí, creo que he renacido y no solo lo sienten mis pies, también mi columna, mi sistema óseo, lo que me sostiene. Siento dolor y sé que el dolor también es vida, los estoy sintiendo, me estoy sintiendo”.

En el mismo sentido, también se hicieron presentes, en el trabajo con este arquetipo mucho más que en cualquier otro, padecimientos físicos. Y al leer los comentarios de las participantes, veremos que a pesar de ello, lo que predominó es el deseo de seguir y en muchos casos la alegría

“Hoy mis ojos también piden un descanso, tengo una fuerte infección en los ojos, conjuntivitis, y esto me ha llevado a cuidar de mí, de mis ojos, de las ventanas de mi alma, de ver la luz en la oscuridad”.

Este primer arquetipo nos lleva a conectarnos con muchas memorias corporales dolorosas y con tristeza. Pero también nos conecta con la completud, con la ciclicidad.

Vamos a seguir trabajándolas a través del arquetipo de la esclava.

Cahuita, Costa Rica Octubre 2013

Núria Camps i Salat

 (Continuará)